martes, 10 de febrero de 2009

EL LIBRO ELECTRÓNICO

Desde hace algunos días, no hago más que leer en todas partes artículos sobre el libro electrónico. Yo aún no he visto ninguno al natural, pero por lo que dicen, parece tratarse de un artilugio con capacidad para almacenar muchos libros y pantalla que ahora, además, habla. O sea, que aparte de leer el texto (en una pantallita), lo podremos escuchar.

Extracto del artículo El libro electrónico ya sabe hablar aparecido en El País a propósito de la presentación del Kindle2:

Antes había alimentado todo tipo de rumores, entre ellos, que el aparato se iba a doblar como un libro. Sin embargo, Bezos dejó claro al mostrarlo públicamente que físicamente aún no se dobla nada. En realidad, para el común de los mortales, el Kindle y el Kindle2 resultan parecidos, tanto físicamente como en lo relativo a sus capacidades. La única gran variante respecto al primer Kindle, que inauguró la era del eBook en diciembre de 2007, es que el Kindle2 habla: además de leerse, puede escucharse como un libro sonoro. Además, tiene una aplicación nueva, el Whispersync, que permitirá, en un futuro cercano, sincronizar el aparato con teléfonos móviles.

Yo, la verdad, no sé qué pensar de estos chismes. Para la lectura soy muy clásica. Toda la vida he leído libros en el formato tradicional, es decir, con sus hojitas encuadernadas entre dos tapas (duras o blandas, según el formato), su portada más o menos bonita y la sinopsis en la contraportada. Nunca me ha gustado leer textos largos en la pantalla del ordenador, porque se me pone la cabeza como un bombo. Tampoco me ha dado nunca por encargar libros a través de internet. Me gusta comprarlos en una librería, donde puedo curiosear entre los libros “que me llaman”, leer la contraportada, pasar las hojas para hacerles “catas” y después, llevármelos a casa para, una vez allí, sacarlos de la bolsa, abrirlos otra vez con ilusión y ponerles mi nombre y la fecha de la compra. Y ahora, resulta que nos quieren introducir unos cachivaches electrónicos con pantalla que, al parecer, también sirven para navegar por internet y en el futuro, según afirman, podrán ser sincronizados con el teléfono móvil.

En fin, para poder opinar con conocimiento de causa tendré que esperar a tener un e-book en la mano y comprobar cómo funciona realmente. Quién sabe, a lo mejor, me sorprende. También pensé hace años que nunca teclearía un texto literario directamente en el ordenador y ahora ya no me imagino escribiéndolo a mano, o con máquina de escribir. Y decía que no utilizaría teléfono móvil y ahora tecleo los SMS con más rapidez que los adolescentes.

Aunque en esto del libro electrónico, ahora mismo aún tengo muchas dudas y me resisto a dejarme embaucar. El tiempo dirá.

La fotografía es de aquí.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo decía que no iba a utilizar teléfono móvil,que el ordenador nada de nada,que como un libro entre las manos con su olorcillo a papel no hay comparación....¿ me pasará igual con los libros que con el teléfono y el ordenador ?.Ya se sabe,nunca se puede decir "de esta agua no beberé", esperaremos a ver lo que pasa.....Saludos Carmen

Anónimo dijo...

No, no, no, y mil veces no, como la ranita del chiste. Me niego. Y si prosperan, cogeré un soplete, como los polis de la mítica película, ajustaré la temperatura a Farenheit mil y pico, y los quemaré...
Pepa

Carmen Santos dijo...

Desde luego,Carmen, nunca se puede decir "de esta agua no beberé". Habrá que esperar a tener un chisme de esos en la mano y ver si vale la pena o no. Hasta ahora, sólo los he visto en fotos y, desde luego, todavía no pienso comprarme ninguno. El mero concepto de libro electrónico no me seducen nada, pero... bueno, esperemos a ver qué pasa.
Besos

Carmen Santos dijo...

¡Uy, qué drástica, Pepa! Como ya he comentado, a mi tampoco me seduce nada la idea (donde estén los libros en papel, que se quiten los sucedáneos), pero aún no me atrevo a rechazar categóricamente estos trastos hasta haber podido ver y tocar uno.A priori, me parecen horribles, pero ¿quién sabe? Igual me pasa como con el móvil (aunque no creo que deje de comprar libros en papel).
Besos

NINGUNO dijo...

Hola, Carmen; a mí también me ha picado la avispa de la curiosidad; incluso una amiga usa semejante artilugio, sobre todo con textos en inglés, sobre todo en los viajes y está encantada... pero yo pertenezco a la Galaxia Guttemberg y ya son muchos años.
Algo que se parece a un libro, que se lee como un libro, en el que pasas las páginas como en un libro..., y sin embargo, creo que no huele a libro ni a papel, que no pesa__ o que sí pesa más que un libro__, que no tiene ni los ángulos ni las dimensiones, ni las formas de un libro, que no permite humedecer la yema del dedo para pasar página y no deja un determinado sabor a rancio en la lengua, que no hace ruido, como de pergamino rozado, que no es cálido, ni demasiado suave al tacto, que no permite escribir, ni subrayar , ni poner anotaciones al pie de pagina o al margen... no sé, no sé...
Creo que me seguiré resistiendo mucho tiempo todavía.
Un abrazo
Mariano Ibeas

Mario dijo...

No saques más artículos del pais, que no haces más que darme ideas para escribir... Pues con esas cosas, desde Tropo ya estamos mirando cómo, ya... Y herralde dice que son el futuro... Y ese flaco algo sabe de esos

Carmen Santos dijo...

Jo, Mariano, ¡qué bonito! Me gusta cómo has descrito las sensaciones físicas que produce un libro. Fíjate, no había pensado en el detalle de que un libro electrónico no permite subrayados, anotaciones en los márgenes, etc. Ya tenemos un motivo de peso para seguir con nuestra cautela, al menos de momento.

Carmen Santos dijo...

Por otro lado, Mario, si Jorge Herralde, y también Carmen Balcells, todos con gran conocimiento del mundo del libro y con buen olfato, apuestan por el libro electrónico, efectivamente podría ser el futuro. ¿Veremos pronto libros de Tropo en formato electrónico?

Mario dijo...

Nada, lo de los precios es una llamada a los papis que se acuerdan de cuanto costa cuarto y mitad de salchichas en la carnicería Lugo, en el 76...
Y los libros de Tropo, quien sabe...

39escalones dijo...

Así que no habrá bastante con que todo el mundo nos asalte al oído con sus estridencias mientras conversa por el móvil; ahora también tendremos que soportar las lecturas del personal. Y digo yo, ¿usará la gente el libro electrónico para las tonterías que se leen hoy en día?

Anónimo dijo...

Pues yo lo tengo muy claro: no me gusta el libro electrónico. Donde queda el tacto del libro, el olor de sus páginas, el pasar las hojas y sentir el leve roce en las yemas de los dedos, el murmullo al pasarlas, el tacto del papel...

Yo, que también me gusta comprar el libro en las librerías, ver las portadas, leer las contraportadas, lo primero que hago es abrirlo y olerlo (costumbre que ha heredado mi hija mayor), luego le pongo mi exlibris (con sello de caucho entamponado) y escribo los datos de lgar y fecha de compra.

Amo el libro, evidentemente por su contenido, pero también por su edición, como objeto precioso y preciado por mi. ¿Cómo me van a gustar los libros electrónicos?

Un abrazo

Carmen Santos dijo...

Mario: Pues menudo memorión tienen tus papis para acordarse de lo que costaban las cosas hace años. Como ya te dije, yo soy horriblemente despistada para eso.

39escalones: Desde luego, si los Kindle y similares permiten escuchar los libros como audio-books, esperemos que la gente se ponga auriculares en los lugares públicos y no haga como algunos cuando usan el móvil, que nos hacen partícipes a todos los que estamos cerca.
En cuanto al tipo de lectura actual, yo prefiero ser optimista y pensar que lo bueno es que se lea, aunque sea "codigosdavincis" y cosas así. Siempre quiero creer que de ahí se puede pasar a lecturas de mayor calado.

Ernesto: Es curioso, desde hace muchos años sigo todo un ritual con los libros recién comprados, pero no me llama eso de olerlos. Aunque conozco a mucha gente que disfruta del olor de los libros. En cualquier caso, sería interesante recopilar los pequeños o grandes ritos que seguimos los lectores con los libros que llenan nuestras estanterías.


Besos