martes, 13 de enero de 2009

MIEDO A VOLAR

Hoy he leído en El País un artículo con el titular De cómo el avión perdió todo su glamour, que me ha hecho recordar aquellos tiempos de mi infancia y adolescencia en los que volar era, efectivamente, sinónimo de glamour, lujo y sofisticación. En una época en la que los de a pie viajábamos con nuestros padres en coches sin aire acondicionado (eso cuando teníamos coche), ni ABS, ni dirección asistida, ni GPS, ni elevalunas automáticos, ni reproductor de CDs con MP3 y esas cosas que hay ahora, veíamos en la tele la llegada a los aeropuertos de estrellas de cine, políticos, millonarios, playboys, en fin, esa gente con dinero, fama y glamour, y nos moríamos de la envidia cochina. Primero, aquellos dioses del Olimpo asomaban la nariz por la puerta del avión, impecablemente vestidos, sin un solo pelo fuera de su sitio, y ellas maquilladas como para asistir a la gala de los Oscar. Después descendían por la escalerilla con la barbilla bien alta, pisando cada escalón como si fueran vedettes de revista. Las estrellas de cine sonreían a las cámaras con sus dentaduras blancas e impolutas. Y las niñas románticas veíamos eso y soñábamos con guapos y jóvenes pilotos que surcaban los cielos enfundados en uniformes vistosos.

Cuando era pequeña, una de las diversiones dominicales de la familia era ir por la mañana al aeropuerto de Düsseldorf para ver cómo despegaban y aterrizaban los aviones . Había una terraza en lo alto del edificio, a la que se accedía previo pago y donde domingueros de todo tipo echábamos la mañana admirando a los pájaros de acero que transportaban a los privilegiados.

Hoy en día, a nadie en su sano juicio se le ocurriría pagar por ver despegues y aterrizajes. Tampoco quedan apenas escalerillas por las que bajar del avión en plan vedette, sólo tubos que parecen mangueras gigantes y nos engullen por un extremo para escupirnos por el otro. Lo de llegar impecables, con el peinado perfecto, el rímel sin churretes y la ropa bien planchada es misión imposible, teniendo en cuenta los retrasos, los controles de seguridad con striptease incluido, la falta de espacio en el avión y otros males como el reciente caos en Barajas. La mayoría de las compañías aéreas ya ni siquiera sirven comidas en aquellas bandejas donde cada plato venía envuelto como si fuera un sobre sorpresa. Confieso que de joven me gustaba la comida de los aviones. También me encantaba volar. Cada cual tiene sus pequeñas perversiones en esta vida.

Ahora, estas perversiones se me han curado con creces viendo cómo las gastan últimamente en aeropuertos y aviones. Prefiero el chacachá del tren - siempre que sea un AVE o similar, porque aún quedan en España líneas anticuadas, como la de Valencia-Zaragoza, sin ir más lejos, que se las traen.

(La foto del avión es de página)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente texto que retrata una época ya pasada, que muchos vivimos; yo también recuerdo ir con mi padre a Barajas a ver despegar los aviones desde una sala-mirador acristalada con bar.

Y luego, la reflexión, acertada y crítica. Un placer leerte.

Saludos con frío y algo de nieve.

Anónimo dijo...

A mí me gusta tu alusión al chacachá del tren...anda, mira a ver si encuentras en You Tube la canción de la señora aquélla ¿era Gloria Lasso? ¿o alguien similar?
Qué cosas, eso son bromas ya de personas de cierta edad, o, como tu dices, de una edad...
Besos
pepa

Carmen Santos dijo...

Gracias, Ernesto. ¡Qué tiempos aquellos en los que los soñábamos viendo aviones!

Pepa, ahora mismo sólo recuerdo la versión que sacaron los del Consorcio hace algunos años, pero no sé de quién fue la original. Habrá que buscarla...

Besos

NINGUNO dijo...

Hola, Carmen... he aterrizado aquí, después de las Navidades, y aprovecho para desearte un buen año.
Abrazos
Mariano Ibeas

Anónimo dijo...

Bueno, allá va la bomba: "El chacachá del tren" fue un exitazo de los años 50 de, atención, Elia y Paloma Fleta, hijas del tenor.
¿Qué te parece?
Yo en los 50, que conste, no había nacido, pero me sabía al dedillo la canción, de oirla cantar a mi madre cuando yo era pequeña (antes las madres cantaban...). Lo que nunca sospeché era el nexo cono don Miguel, ni recordaba que eran dos las cantantes.
Bueno, lo de buscar en You Tube te lo dejo a tí, que se te da muy bien...
Besos
Pepa

Miguel Ángel Yusta. dijo...

Son bellos recuerdos de una época que ya no volverá, pero que pervive en la memoria.
¡Éramos tan ingenuos...!
Besos

Carmen Santos dijo...

Muchas gracias, Mariano. Yo también te deseo lo mejor para este año, para el siguiente, para el que venga después... en fin, que todos sean buenos.

Vaya, Pepa, esta información si que es la bomba. Se merece una entrada. (Por cierto, es verdad que las madres antes cantaban mientras hacían "las labores del hogar". La mía también lo hacía, al igual que las vecinas que se oían desde el patio de luces).

Si que éramos ingenuos, Miguel Ángel. Creíamos en la técnica, en el progreso continuo y en que el futuro sería como las películas de ciencia-ficción (las amables, no las apocalípticas). Qué se le va hacer.


Besos