miércoles, 30 de abril de 2008

MY FAVOURITE THINGS

He aquí una nueva sección para este modesto blog: MY FAVOURITE THINGS, donde cabe todo lo que me gusta (desde música, pelis, libros, cuadros...). La inauguro a lo grande: con el tema MY FAVOURITE THINGS tocado por JOHN COLTRANE en 1961 en Baden Baden.
John Coltrane, 1926-1966, hijo de un sastre aficionado a la música y, según los entendidos, el número uno de los saxofonistas tenor y de los soprano. A mí, cuando coquetea descaradamente con el free jazz, me pone un poco de los nervios, lo confieso. Me ocurre lo mismo con Miles Davis. No soy nada amiga del free jazz, que me revoluciona las neuronas. Pero en el caso de Coltrane y Davis, cuando están calmaditos y regresan a la melodía después de improvisar, como Coltrane en este tema, me relaja escucharles. Sólo hay que dejarse llevar.




Y para comparar, esta misma canción interpretada por Julie Andrews en aquella película tan cursi (pero al mismo tiempo, tan entrañable) de 1965: "The Sound of Music" ("Sonrisas y Lágrimas"). Sé que la historia desprende un tufillo rancio y es un canto a la familia numerosa y tradicional, al papel de esposa y madre al que "debe aspirar" toda mujer que se precie, etc., etc., pero de vez en cuando me gusta volver a ver esta peli. Una es que tiene dentro un gusanillo cursi que hay que alimentar cada equis tiempo. Y aunque sólo sea por disfrutar de las hermosas imágenes de Salzburgo...

sábado, 26 de abril de 2008

DIAS DE MENTA… UN BLOG QUE VA A CUMPLIR UN AÑITO (O EL VICIO DE LOS BLOGS)


Porque esto de los blogs es puro vicio. A mí me ha ocurrido algo muy curioso con éste. Lo abrí en mayo del año pasado para complementar mi página web y hablar de mi última novela DÍAS DE MENTA Y CANELA, colgar fotografías de la presentación, reseñas y esas cosas tan raras que hacemos los escritores. Como era novata, ni siquiera comenté por ahí que tenía un blog. Tampoco pensé que nadie se asomara por aquí. Pero mira por dónde, empecé a recibir comentarios de lectores/as para hablarme del libro. Y eso me hizo muchísima ilusión. Y yo comencé a añadir poco a poco posts de todo tipo sobre ideas que se me iban ocurriendo. Y de nuevo me dejaban comentarios que seguían haciéndome muchísima ilusión. Al final, descubrí que este blog se estaba alejando cada vez más de la idea original, porque había ido creciendo sin que me diera cuenta.
Entonces, empecé a plantearme la idea de abrir otro blog donde dar rienda suelta a mis “tonteridas”. Pero enseguida la deseché. Le he cogido cariño a este. Y me gusta que lleve el nombre de una novela a la que también tengo mucho cariño porque, sin ser autobiográfica, parte de lo que narra se basa en una etapa de mi propia vida: los años que pasé con mis padres en la ciudad de Düsseldorf cuando ellos emigraron allí a comienzos de los años sesenta.
Así que, a menos de un mes para que este humilde blog cumpla un año, he decidido conservarlo y ampliar los contenidos. Y para que todo esté ordenadito y presentable, hasta voy a doblegar mi naturaleza desordenada y anárquica clasificando las entradas por etiquetas.
Esta de hoy la incluyo en la sección “EINTOPF”. O sea, donde cabe de todo.
Eintopf es una palabra alemana que podría traducirse, más o menos, como olla o potaje. Un guiso de esos que antiguamente se hacían para aprovechar las sobras o los ingredientes que había por casa, echándolos a la cazuela con mucha imaginación y bien condimentados hasta que hacían “chup-chup”. Vamos, algo comparable a nuestro cocido, o nuestros guisos de legumbres, aunque creo que los ingredientes del Eintopf son más flexibles.

Y como decía Bugs Bunny: “Esto es todo, amigos”. Al menos, por hoy. Y para concluir después de tanta disertación y celebrar que en Zaragoza ha dejado de soplar el cierzo y por fin se siente la primavera (con su polen, su astenia, pero también con la alegría que transmite el buen tiempo y ver los árboles llenos de hojas verdes), un hermoso vídeo primaveral con música de Carlos Cano, sacado de YouTube. El autor es ValentinAzul.


viernes, 18 de abril de 2008

OJOS VERDES, VERDES COMO LA ALBAHACA...

Por más que he peinado You Tube, no he encontrado ninguna versión de “Ojos Verdes” cantada por Concha Piquer, pero a cambio he dado con la del grupo PatiPami, al que no conocía (creo que es de Granada), y que ha sido todo un descubrimiento.
Con la copla me ha ocurrido como a mucha gente de mi generación. Como durante décadas se apropió de ella el régimen franquista y nos la metían hasta en la sopa, condimentada con todos los tópicos folclóricos y trasnochados en boga por entonces, para mí era algo rancio que olía a moho y naftalina. Descubrí muy tarde la riqueza de esta música que ha dado grandes artistas, como la Piquer, cuya voz y sensibilidad a la hora de cantar la sitúan por encima de cualquier atisbo de folclore superficial.
Todo esto viene a cuento de la importancia que tiene esta copla en “Días de menta y canela”. Tanta, que de una estrofa de la canción deriva el título. Así que, atentos a la música



Y de regalo, un pequeño extracto de “Días de menta y canela”. El primer encuentro entre Clara Rosell y el hombre de los ojos verdes:

- ¿Usted no conoce el significado de la palabra "no", verdad?
Alcé los párpados con precaución. Un hombre en bata blanca, cuya estatura me pareció gigantesca desde mi desfavorable posición, me miraba con mucha ira acumulada en sus ojos de color esmeralda. De hecho, poseía el iris más verde que había visto jamás. Un auténtico prodigio de la naturaleza. Recordé la copla que cantaba mi madre cuando se metía en la cocina, o mientras limpiaba la casa: "Ojos verdes, verdes como la albahaca. Verdes como el trigo verde y al verde, verde limón" . Me levanté a cámara lenta, estrujándome la mente en busca de algún argumento para aplacar a ese individuo. De pie, ya no parecía ten enorme, aunque seguía siendo bastante más alto que yo.
La inquietud no me impidió estudiar a fondo a mi contrincante. Tenía frente a mí a un varón de cabello negro, tan corto como si estuviera haciendo el servicio militar. La piel era pálida y apenas mostraba arrugas, salvo unos cuantos pliegues insignificantes alrededor de los ojos. La zona inferior del rostro estaba adornada por una barbita recortada con coquetería, en la que conté sobre la marcha cuatro o cinco hebras de plata. Eché un vistazo rápido más abajo del mentón. Lo que dejaba entrever la bata abierta parecía hallarse en buen estado de conservación. Concluí que Héctor Laborda, júnior, era un hombre apuesto. El efecto inmediato de esa conclusión fue una sonrisa involuntaria, me temo que bastante boba.
En cuestión de segundos se esfumó la cólera de Héctor Laborda. El iracundo se transformó en un encantador de serpientes, cuya dentadura irradiaba salud al sonreír. Los labios bien trazados murmuraron:
- No sé qué voy a hacer con usted, Clara Rosell.

sábado, 12 de abril de 2008

SUEÑOS DE SEDUCTOR (PLAY IT AGAIN, SAM, 1972)

O “Casablanca” pasado por la túrmix de Woody Allen, una de las pocas personas, junto con Martin Scorsese, que lleva más de tres décadas con el mismo modelo de gafas sobre la nariz. Eso es fidelidad.

“Sueños de seductor”, dirigida por Herbert Ross, fue mi primera película de Woody Allen y recuerdo que me tronchaba de risa cuando aparecía el espíritu de Humphrey Bogart para dar consejos al apocado Woody sobre cómo tratar a las mujeres. Ya se aprecian los tics tan propios de Allen que adoramos sus fans (las gafas, por supuesto, los discursos neurótico-intelectuales, su proverbial torpeza con las mujeres, ese constante romper cosas que se le escurren de las manos…). No sé si al revisar esta película ahora me seguiría gustando. Con los años, los gustos cambian y lo que nos parecía sublime, a veces pierde todo su brillo. Así que me quedaré con el recuerdo de mis carcajadas de adolescente. Por si acaso…

AS TIME GOES BY

“Play it, Sam. Play ‘As Time Goes By’”, le ruega Ilsa al pianista del bar de Rick. Y vemos cómo a Sam “le cambia la color” anticipando la reacción de su jefe cuando escuche la canción que le trae recuerdos no gratos y vea que su amor perdido ha regresado a su vida.
¿Qué se puede decir de “Casablanca”, dirigida por Michael Curtiz en 1942, que no se haya dicho ya? Todo el mundo ha hablado de la ambigüedad de Ingrid Bergman, porque durante toda la película nunca sabemos a cuál de los dos hombres ama más. De la rudeza melancólica de Humphrey Bogart, ese actor que era como una sandía: duro por fuera pero de interior tierno y dulce. Del taimado gendarme Claude Rains, que nos desvela su lado bueno cuando nadie, ni siquiera los guionistas, lo esperaba. Del peculiar físico de Peter Lorre, famoso por su interpretación del repulsivo M, el Vampiro de Düsseldorf. ¿Y qué decir de Paul Henried, el marido cornamentado más elegante de todos los tiempos, que contra todo pronóstico acaba quedándose con la chica?
“Casablanca”, una película de rodaje tan caótico que, según cuentan las leyendas del cine, la Bergman nunca sabía por cuál de sus dos hombres en la ficción debía mostrar inclinación. Y el glorioso final (que las cinéfilas románticas como yo tenemos tan presente que siempre se cuela en alguna de nuestras novelas) según dicen fue improvisado, como casi todo en una película que ha pasado “cum laude” a la historia del cine.
Así que no escribiré nada más, porque todo está escrito. Sólo añadiré que al leer esto, quizá alguien se pregunte qué tiene que ver “Casablanca” con “Días de menta y canela”. Pues mucho. En alguna parte de la novela, que no desvelaré para no chafársela a quienes aún no la hayan leído, Clara Rosell recuerda una escena concreta de esta película. ¿Qué escena evoca y dónde? Esa es la pregunta del millón.